Español- Abrazando La Victoria En Medio De La Lucha
- ICER Ministries

- Jan 13
- 3 min read
Hoy es el octavo día del Ayuno de Daniel de 21 días de nuestra iglesia. Como siempre, estamos emocionados y expectantes, confiando en que Dios obrará poderosamente en nosotros y a través de nosotros al final de este tiempo sagrado. Juntos, hemos orado y pedido al Señor que nos cambie, nos use y nos fortalezca para el año que tenemos por delante. Durante más de 20 años, este ayuno ha sido una piedra angular espiritual para nuestra iglesia, que nos ha formado y preparado. Sin embargo, como ocurre con cualquier paso de fe importante, no ha estado exento de batallas. Hoy, reflexionemos sobre las artimañas del enemigo para descarrilar nuestros esfuerzos y la victoria inquebrantable que tenemos en Cristo.
Listos Para Comprometernos
Al finalizar el año anterior, asumimos el sincero compromiso de buscar a Dios de todo corazón en el nuevo año a través de este ayuno de 21 días. Con objetivos claros de lo que queríamos que Dios hiciera en nosotros, entramos en esta temporada con preparación e intencionalidad. Para algunos, esto significó ayunar completamente durante tres días. Aprendimos por experiencia que el verdadero compromiso requiere una preparación reflexiva, no darse un gusto de antemano, sino alinear nuestro corazón y nuestra mente con el camino que tenemos por delante.
El ayuno es un acto de entrega profundamente personal, y lo que Dios nos pide a cada uno que renuncie puede ser diferente. Esto hace que nuestro compromiso sea único y significativo. Salir de nuestra zona de confort y dejar atrás lo que Dios nos pide que renuncie allana el camino para la transformación. El verdadero cambio exige sacrificio e intencionalidad, y a través de esto, nos preparamos para experimentar la obra de Dios de nuevas maneras.
La Lucha Es Real
Después de los primeros tres días de ayuno, algo increíble comenzó a suceder. Empezamos a escuchar la voz de Dios con más claridad y empezaron a llegar testimonios de oraciones contestadas. La fe se renovó, el entusiasmo se extendió e incluso aquellos que inicialmente no se habían unido al ayuno se sintieron obligados a participar.
Sin embargo, a medida que profundizábamos en la oración, el ayuno y la Palabra de Dios, el enemigo intensificó sus ataques. Pasamos del último lugar de la lista de objetivos de Satanás al primero. ¿Por qué? Porque el ayuno confronta la carne y nos acerca a Dios. A medida que morimos a nosotros mismos, el enemigo se da cuenta y amplifica la duda y la oposición. La batalla se siente feroz y su objetivo se vuelve claro: convencernos de que nuestros esfuerzos son en vano. Pero aquí es donde nuestra fe debe mantenerse firme. La lucha, aunque real e intensa, no es el final de la historia.
Victoria en Cristo
Amigos, aquí tenemos la buena noticia: los planes del enemigo nunca prevalecerán contra Dios. Isaías 59:19c promete: “Cuando el enemigo venga como río, el Espíritu del Señor levantará bandera contra él”. No importa cuán abrumadora parezca la oposición, Dios levanta una bandera de batalla que detiene al enemigo en seco. Las artimañas de Satanás pueden parecer imparables, pero palidecen en comparación con el poder de nuestro Dios.
Como nos recuerda Romanos 8:37, somos más que vencedores por medio de Cristo que nos ama. La victoria de Dios está asegurada. Él no nos necesita para ganar la batalla, pero nos invita amablemente a participar. ¡Qué privilegio estar del lado del Rey victorioso y ver Su poderosa mano en acción!
Mientras continuamos con este ayuno de Daniel, recordemos que los desafíos que enfrentamos no son una señal de derrota sino de progreso espiritual. El enemigo lucha más duro cuando estamos al borde del avance. Así que, cuando la oleada de oposición se levante, aférrate a las promesas de Dios. Él levantará su estandarte y hará que los planes del enemigo fracasen.
Anímate: la batalla pertenece al Señor y la victoria ya está ganada. Caminemos con valentía, profundizando en la oración, el ayuno y la Palabra, sabiendo que Dios está obrando de maneras que todavía no podemos ver. Al final de este ayuno, emergeremos fortalecidos, transformados y listos para todo lo que Dios tiene preparado para nosotros en el año que viene. La lucha es real, pero también lo es nuestra victoria en Cristo. Mantente firme, iglesia, porque el Señor está con nosotros y su triunfo es imparable.








Soy más que vencedor en Cristo Jesús!